La corrección de estilo facilita la lectura de los textos, aumenta su calidad y ratifica la autoridad del autor, editorial u organización que los emite.

 

Los correctores de estilo tienen una tarea vital en el amplio mundo de las publicaciones escritas (gran parte de Internet, la producción académica, un alto porcentaje de los medios informativos, etc.), pues vigilan, cuidan y están al tanto de que todo lo que genere ruido o error lingüístico en el texto sea filtrado o mejorado. Sin embargo, no hacen las veces de jueces, ni aleccionan al autor sobre cómo debe hacer su trabajo. Un buen corrector de estilo es un lector acucioso, que intenta comprender el modo, el ritmo y la intención del autor —o de las editoriales o empresas que generan contenidos textuales de diversa índole— para, a partir de esta lectura, hacer su aporte sin intervenir en la originalidad y estilo del creador de los contenidos.

 

Un buen corrector de estilo requiere dos competencias básicas: sabe aplicar sus conocimientos sobre los principios que sustentan la lengua española y es un lector sensible, que capta el estilo del autor, el lector a quien se dirige y las exigencias de quienes finalmente harán posible la publicación del documento.

 

Ahora, no toda persona interesada en el lenguaje o que sienta gran afinidad por la lectura es un corrector de estilo, posiblemente, muchas de estas personas tengan trabajos tan variados como sus intereses y oportunidades les permitan.

 

Los correctores de estilo trabajamos al servicio de quienes deseen tener, presentar y publicar textos de calidad y que cumplan con su objetivo comunicativo. Nuestra labor es de tiempo completo, estudiamos constantemente y nos alegramos de tener este trabajo: leer para facilitar la lectura a otros.